Victor Ml. Caamaño
En nuestras sociedades
latinoamericanas y por efecto de variados factores, el empresariado ha sido uno
de los sectores con un desarrollo más lento, tan lento como el de nuestras
sociedades. Primero deberíamos citar la estrechez de los mercados existentes debido
a la división política que imponen países muy pequeños y de pocos habitantes, y
en segundo termino, nuestra historia plena de dictaduras de todas las clases y
colores políticos las que, en función de mantener el poder absoluto en manos
del tirano, han frenado el desarrollo de una clase empresarial definida y
fuerte que los cuestionara.
Existen dos sectores dentro de
este segmento social los cuales en algunos espacios se confunden por su
indefinición: los empresarios y los dueños de empresas. Ambos son poseedores de
unidades de producción pero sus visiones son diferentes y en la práctica,
opuestas.
LOS EMPRESARIOS tienen una
visión a mucho más largo plazo; sus empresas son sus creaciones propias, fruto
de horas de sueños y esfuerzos, son casi hijos creados por ellos mismos y su
ambición última es la que sus empresas crezcan y sean heredadas por sus
descendientes y para ello son abanderados de la estabilidad social. Ven sus
empleados como un activo importante en la cadena de producción y tratan en mayor
o menor medida de mantenerlos en su organización ofreciéndoles estándar de vida
mejores que el resto de la sociedad.
LOS AMOS DE NEGOCIOS, como
personalmente les llamo, son aquellos que persiguen el beneficio como primera y
única motivación, a nivel económico son capaces de cualquier cosa para lucrarse
rápidamente y le llaman habilidad. Contrabandos, engaños, explotación
despiadada de quienes con sus esfuerzos le producen el beneficio, en definitiva
no tienen ninguna conciencia social del papel que deben jugar. No tiene la
menor importancia si el país se hunde o si el sistema que los favorece se
fractura, en definitiva casi siempre tienen dinero en el extranjero donde
interiormente desean radicarse cuando sus actos produzcan el desenlace social
que saben que están provocando.
Cuando un AMO DE NEGOCIOS
actúa como un corruptor para evadir impuestos o para obtener privilegios en
ordenes de compra etc., está en primer termino destruyendo el sistema que los
beneficia y los protege, pero mucho más importante; está creando un sector
social corrompido y sin ética que terminará deseando su negocio y obteniéndolo
a como dé lugar gracias al dinero que ellos mismos le proporcionaron, “cría
cuervos y te sacarán los ojos”.
Hay algo mucho más importante
como resultado de el fenómeno de la corrupción: éste sector social corrupto va
a hacer de la política su negocio y como el dinero que tienen es un dinero
fácil, serán capaces de arriesgarlo en gran parte para lograr mantenerse en el
gobierno, para influir en la política, para controlar el poder, para mantener
las posiciones que le permiten el
enriquecimiento ilícito pero
fácil y terminarán violando los Derechos Humanos y destrozando el país y las
empresas establecidas.
El empresario es el individuo
contacto entre la corrupción y la sociedad y es paradójicamente el que más
perderá cuando los pueblos lleguen a la desesperación explosiva.
Cuando se instala un nuevo
gobierno por lo general el Presidente delega en su colaborador más cercano la
conformación del cuerpo consular a ser acreditado en el extranjero. Cuando se
conoce esta delegación la casa y el despacho de dicho futuro
funcionario se convierte en un
lugar de obligada visita por todos aquellos que hicieron política a favor del
candidato y también por muchos de los que "INVIRTIERON" en la
campaña. Es bueno resaltar que el termino empleado no
es aportaron a la campaña, sino
INVIRTIERON y ahora van en búsqueda de los beneficios de su inversión. Unos
invirtieron tiempo en politiquear y otros invirtieron dinero, pero por regla
casi general nadie lo hizo por un ideal o por bien del país, aunque así lo
afirmarán una y otra vez, lo hicieron para sacar beneficios personales y así lo
exigirán.
En esta etapa se iniciara una
gran negociación con características de subasta dentro de los partidarios
triunfantes y todas las posiciones serán subastadas salvo dos o tres consulados
que el Presidente reservará para amigos y correligionarios especiales y también
para acallar o comprar a algún opositor importante o periodista rebelde.
Se negociarán los consulados
no por la capacidad o idoneidad de los que van a representar comercialmente al
país en el extranjero, tampoco se tendrá en cuenta la honorabilidad del
postulante y mucho menos su nivel cultural, ni siquiera se tomará en cuenta si
sabe o no comer decentemente en una mesa.
Nunca se pensará en la
vergüenza que pueda enrostrarle a la Patria cualquier arribista indigno y sin
educación. El único parámetro a tener en cuenta serán las comisiones o remesas
que ese cónsul deberá depositar en una determinada cuenta bancaria personal.
Cuando el nuevo Cónsul es
instalado en su país de destino ya ha sufrido una metamorfosis radical. Del
político popular y complaciente que se esforzaba por congraciarse con el pueblo
votante se habrá convertido en un individuo inalcanzable, que se siente
disminuido en su dignidad casi "Aristócrata" si se expone al contacto
con el "populacho" molestoso.
Nuestro arrogante servidor se
instalará y alguna secretaria o funcionario servil y apostando a no ser cancelado
de su posición, se le acercará para informarle qué y cómo lo hacia su
antecesor, confesiones que le costarán el puesto finalmente por no ser de
confianza y conocer demasiado el rejuego interno de esa dependencia. Por
supuesto que aceptará las sugerencias y traerá sus propias innovaciones, mucho
más beneficiosas.
Los métodos para engañar y
robar a los ciudadanos residentes o visitantes en ese país serán muy variados,
como también para extraer beneficios ilícitos del comercio bilateral.
Alterarán los precios para
renovar los pasaportes, para legalizar cualquier documento, jugarán con la
urgencia del ciudadano: "si quiere su documento para mañana es un precio y
si no el documento estará listo la próxima semana". Todas las triquiñuelas
se emplearán para exprimir inmisericordemente al ciudadano residente en ese
país. Casi nunca se expedirán recibos sobre los
costos de la operación y nunca
serán contabilizados.
En algunos países, como el
mío, que es República Dominicana, existen un documento llamado Factura
Consular, ese documento debe legalizar las facturas comerciales de todo cuanto
se importe desde ese país y ningún barco podrá
atracar en puerto dominicano
si toda la carga a ser desmontada no se encuentra amparada por dicha factura.
En vista de que la violación a este reglamento conlleva una altísima multa para
la compañía naviera, ningún barco zarpará hacia su destino sin estas facturas.
Por supuesto como la estancia de un barco en puerto tiene un costo de varios
miles de dólares diarios, el cónsul o funcionario encargado de firmar esta
factura se esconderá y otro empleado exigirá mucho dinero por localizar a dicho
funcionario con el objeto de que la factura sea firmada. Esta es una de las
formas de extorsión y corrupción más beneficiosa para el cónsul y su ministro
benefactor.
El resultado lo hemos visto
ya: una disminución en la credibilidad y honorabilidad del cuerpo consular
latinoamericano, cónsules apresados por tráfico de drogas, abusos, explotación
y en definitiva una gran vergüenza nacional por el desempeño profesional y
personal de estos "servidores públicos" triunfantes en el que hacer
político.
Además los servicios que debe
brindar dicho consulado se verán disminuidos a su mínima expresión porque el
interés fundamental es producir dinero no servir al público.
La corrupción lo daña todo,
nuestra imagen, los servicios a que tenemos derecho y un daño mucho peor es
que, en su propia Patria ese cónsul millonario desvirtuará y prostituirá las
aspiraciones de la juventud, el exitoso no es el profesional, no es el honesto,
no es el trabajador, el exitoso es el LADRON y por lo tanto la mentalidad de
los jóvenes será marcadas para siempre y su meta principal será llegar a una
posición en el Gobierno para poder "hacerse rico".
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